jueves, 30 de diciembre de 2010

experiencias "quattreras"

He de reconocer, y aun teniendo abuela, que tengo muy buen gusto para todo, me saqué el carné de conducir hace ya 7 años y por mis manos han pasado tres coches en total, a cada cual una aventura.

Soy de los que siguen la teoría "ande o no ande, la burra grande", así que para empezar mi periplo en el mundo de la automoción adquirí (bajo ayuda paterna) un Citroen Xantia 2.1 Td "activa", que para un novato, ya era muy buen coche.

Con mis más de 110 caballos de aquellos me "comía el mundo", pero como conductor novel, no tenía ni absoluta idea de lo que me esperaba. Una auténtica máquina con gran maletero y con unos enormes butacones por asientos y, como de aquella era de los únicos conductores de mi grupo de amigos, el pobre Xantia hizo más viajes que nadie. Pero, ay amigo, varios toques de atención me dio el pobre, de que había tenido una vida anterior también muy dura, sobre todo en el tema de la suspensión mágica de la compañía gala.

Después de darme un susto enorme yendo un día a Madrid, y después de escuchar la voz de la sabiduría "Aitor, cámbiale la suspensión", descubrí un coche nuevo, y me confié demasiado por la fiabilidad de esa suspensión.

Después llegó el primer gran cambio en mi vida, y el pobre Xantia tuvo que hacer muchísimos kilómetros, y los años le cayeron como un jarro de agua fría, mezclado con que vi un test de accidentes de los Xantias como el mio, me entró un terror increíble a darme un golpe con aquel cochecito, por lo que se me metió entre ceja y ceja cambiar de coche.

Pero, como buen cabezón que soy, no me podía comprar un coche para un chaval, no...

Audi a6 2.5 tdi Quattro...que bien suena, un coche magnífico que entra por los ojos, fiable, grande, señorial, con la increíble tracción Quattro aclamada por todos, y de cabeza me metí en ese mundo, así que con mi nuevo sueldo, compré un coche de esos. Qué golosina, menudo coche, una auténtica mala bestia de los caminos, devorador de kilómetros. Era extraño ver a un chaval de 25 años ir con semejante montura, pero como he dicho siempre, solamente es un coche, con más o menos caballaje.
Pero no todo el monte era orégano, empezó a dar pequeños problemas, los cuales la garantía cubría.
El caudalímetro (normal en los coches turbodiésel con algunos añines me decían) y después otra, y otra, y otra, y así todo un año de averías hasta el golpe final, turbo roto, enorme humareda tras un fin de semana en Astorga con final chuletoniano y más de mil euros de propina, entonces descubrí que, como buenos españoles a la ahora de los rebajes, habían rebajado el cuentakilómetros un poco...con el dolor de mi corazón y a sabiendas que, tras el arreglo, el coche iba a durar más tiempo, decidí cambiarlo.

Esto me llevó muchos disgustos entre los míos, vi cientos de coches, recorrí muchísimos concesionarios, tanto de coches europeos como americanos (tuve la oportunidad de probar un potente automóvil yanki y, qué gozada) y finalmente, con la ayuda de un amigo, encontré un concesionario en Madrid que posiblemente hallara lo que andaba buscando...

De esas, mis opciones eran muy claras (aun siendo excesivas para mi economía, aunque aún no lo sabía) un Chrysler 300C, un Land Rover Discovery 3, que en ese momento estaba de oferta, o seguir en la marca que tantos dolores de cabeza me había dado.

A la idea de coger otro diésel fui, pero me encontré con un impresionante coche en un garaje de la capital bajo dos pisos del concesionario en cuestión.

Audi A6 3.2 Fsi Quattro Triptronic...255 caballos tiene la bestia, no me quejo, la verdad que desde hace muchos años, pocas veces los saco a pasear. Un coche increíble, sorprendente, a veces llega a asustar de lo que esconde bajo la figura de una berlina de renombre.
Y qué coche, el primer día salí asustado del concesionario, nada mas salir de él, con mi padre de escudero, me metí en un atasco de una hora en mitad del Foro, sumando a que fue el fin de semana del hito de las gasolinas en España en el 2008, por lo que me costó darle de comer la primera vez casi 85 euros, descubriendo que iba a ser un gourmet de caviar y angulas. Ya, cuando finalmente me lancé a la carretera para volver a mi León, llegando le pisé un poco, y que barbaridad, era la primera vez que cogía un coche con semejante potencia, con un profundo bramido y cambiando dos marchas él solo y el coche me catapultó al fondo de mi asiento y se lanzó por la autovía a una velocidad de infarto, la cual únicamente había llegado con el otro a6 llegando a su "tope", pero que para éste era una velocidad "normal" en la que iría por las Autobahn.
Y tras dos años y medio, la mayor fecha con la que he estado con un coche, me hallo felizmente casado, con expectativas de una larga vida conjunta, incluso pensando en tenerlo hasta que se le caigan los tornillos, habiendo comprado otra montura, pero una yegua domada, es lo que tiene

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