lunes, 21 de marzo de 2011

CAMINANTE NO HAY CAMINO...

Bueno, definitivamente, y después de un largo esfuerzo, corrí los 21 Kilómetros de la media de León y me sorprendí de que, sí, fui capaz de recorrerlos no sin alguna dificultad final, pero bueno, la "L" la hemos llevado alguna vez a la espalda.
Comenzó la mañana fría, una mañana con niebla y con una temperatura que no daba buenas sensaciones. Llegando al Hispánico tuve la primera y la más curiosas de las situaciones...la calle entera olía a "Reflex", entera, cada rincón, cada baldosa, era un olor que se acumulaba por todos los sitios, empecé a calentar, para que no me pillara desprevenido. Mentalizado en que iba a ir a las dos horas de carrera ya me fui tranquilamente a la parte posterior de la salida, donde una gran cantidad de corredores estaban ajetreados con su calentamiento.
Finalmente aparecieron rostros conocidos (suerte para mi, que me estaba entrando ya la agonía del corredor novato) Sonia y Mariu, con las que compartí gran parte del recorrido, como ya iré contando más tarde.
Como no, me vienen apabullando con que caliente más, donde ya llevaba veinte minutos haciéndolo, así que troté otro poco. No dio tiempo para más y nos metimos ya "al lio". En ese instante, y solamente en ese instante por mi cabeza pasó un "pero que hago yo en un sitio como éste". Y entonces dieron la salida...allí ibamos, como sardinas en lata todos al tropel, sin pensar. Gritos, alegría, una bandera del Athletic de Bilbao, niños chillando...terrible algarabía a mi alrededor, y mientras, dando pasitos cortos, que nos intentaban encarrilar por un paso donde solo podía entrar un coche y poco más, recordándome aquello a la M-30 madrileña.

Finalmente nos lanzamos a la calzada, la gente se desaglutina y empiezan a dejar moverse. Las sensaciones son buenas, solo aparece un problema, la mucosidad, después de varias semanas sin aparecer, se reaviva el mismo día de la Media, que casualidad, así que me dedico a soltar esputos cada poco espacio de tiempo, pero sigo a ritmo.

Llegamos tranquilos a la cuesta de Carbajal, y viendo que voy bien, intento acelerar un poco para estirar algo las piernas aprovechando la bajada y la vuelta a la ciudad.
A medio camino,  Sonia nos empieza a animar con que es la mejor parte de la media, donde, como siempre, nuestra hermosa Señora hecha de piedra y plegarias, nos anima con su sombra y sus luces a seguir adelante y no pensar en el agravio del cansancio que, poco a poco iba asomando sin querer.

Tras bajar de la catedral, vino el punto de inflexión donde ya las cosas no fueron tan bien, Mariu no lograba recuperarse del avituallamiento (posiblemente aún no lo sepa controlar bien) por lo que bajamos un poco el ritmo, para que lograra controlarse, pero algo le decía que no.

Llegando a la universidad, la pequeña fiera que teníamos al lado, Sonia, tenía hambre de destrozar marcas, de superarse, de creer en ella, y tras adelantarnos el globo, nos preguntó que si podía marcharse. Ciertamente yo la veía con ganas desde hacía un buen rato, así que me armé de valor, sabiendo lo que me iba a pasar,  la dije que se fuera. Se lo preguntó a Mariu también y ella la insistó. Por lo que el pequeño misil, desapareció en muy poco tiempo, dejándonos anonadados y dándome algo de envidia, ya que llevaba el ritmo que yo quería llevar. Cargándome a las espaldas a Mariu, acepté el reto de llevarla hasta el final de la media, y de irla animando y recomendando cosas en mis pocos conocimientos de la materia. Entramos en los dos últimos sectores de la carrera (Candamia y la Lastra) Mariu cada vez iba peor y yo seguía animándola, que no me perdiera, reducía mi ritmo hasta que, finalmente, se me detuvo. La insistí que no se parara, pero cuando la moral se reduce, ni cabeza ni cuerpo funcionan. A sabiendas que si yo me detenía, lo iba a pasar peor que ella, me fui para adelante, intentando coger mi ritmo entrenado, pero el agravio de mantenerme con Mariu me había costado más de lo que pensaba, y mi pequeña gran cima se acercaba.
Saliendo de la Candamia se me volvió del revés la carrera, las piernas no funcionaban, las bojas, a las que no estaba haciendo ni caso, se volvieron terriblemente dolorosas y punzantes, la rodilla empezó a doler y los gemelos clamaban una parada de emergencia, pero la que ordenaba, la mente, ignoraba las señales de alarma, ahora tan cerca NO.

Kilómetro 19, no lo olvidaré en mucho tiempo, cuando la gente me decía que la pequeña cuesta que no existe al ojo humano de "ambulatorios" destroza, no me lo creía, ahora ciertamente la creo y la corroboro. Paso delante de un puesto del Samur, y otra vez mis partes del cuerpo me piden que me rinda, pero la mente sigue diciendo que no, y cuando la moral estuvo en un tris de abandonarme, me adelanta Mariu con un grupo de señores, y alegre me anima. Casi me echo a llorar la verdad, pues iba casi arrastrando los pies, negándome a parar.

Kilómetro 20. Cuando alguien dice que unas letras pueden animar a cualquiera, tiene toda la razón del mundo, nuevas fuerzas me renuevan por dentro, no se ni de donde las saqué, las piernas se reactivan, me entra la furia leonesa y me rearmo del valor desaparecido unos instantes antes. me uno a Mariu y al grupete de "paisanos" yendo a un ritmo más que agradable. 500 metros, cruzamos por delante del Alimerka, la gente ya grita y anima. 400 metros, ya veo la salida de Jose María Fernández al fondo, llena de más gente aun, aplaudiendo, corredores que ya han terminado vuelven en dirección contraria arengando a los que aún siguen corriendo. 300 metros, giramos en la calle y por fin veo la rotonda de la plaza de toros, Mariu va suplicando parar, pero ahora no, a 300 míseros metros no. 200 metros, giramos en la rotonda, la gente anima más aún que antes, nos llaman héroes, mi pecho se hincha de la emoción, una pequeña lágrima me resbala, 100 metros, la mayor emoción de la carrera, una persona con un cartel nada mas entrar en el Hispánico en el que pone "ánimo campeones, son los últimos 100 metros" me sonríe y me anima, a veces el ser humano es horroroso, pero en estos momentos, es cuando verdaderamente se agradece por lo menos vivir esto.

Entramos en el Hispánico, donde la gente nos aplaude y nos anima, veo caras conocidas y levanto los brazos para saludarlos. Mi momento cómico, la iteradora cree que pido aplausos y anima a la gente a aplaudirnos, por lo que el Hispánico estalla en un mar de aplausos y gritos, agarro la mano de Mariu y cruzamos la linea de meta sin parar.

2h5min, y me río, en ese momento soy la persona más feliz del mundo, dolorido, pero feliz, he corrido mi primera media maratón animado por mi afán de superación, tiempo atrás desaparecido.

Felicito y abrazo a Mariu, si no llega a ser por ella, hubiera sido un horror el final de la media.
Finalmente aparece Sonia y la abraza en un mar de medios lloros, por lo que me sonrío, he visto a dos personas llenarse de felicidad, una por terminar, y otra por romper su record personal.

El después, es otra historia que no viene al cuento, volví a ver a gente conocida a la que echo de menos y quiero una barbaridad y dolorido me fui para casa.

Mi conclusión, he de reconocer abiertamente que el afán de superación que antes no entendía, por fin, y tristemente por fin he comprendido, es un hecho, el ser humano cada vez quiere superarse más, he sido picado por ese afán, y ya quiero volver a entrenar tras mi recuperación.
El gusto por el deporte? yacía dormido en mi, y poco a poco va despertando, ya no soy la misma persona que quería quedarse frente al ordenador, he cambiado, ahora quiero moverme más, vuelvo a estar animado con el airsoft, con moverme, quiero ir a sitios hacer cosas nuevas...

Quien me lo iba a decir a mi, solamente por correr una media maratón.

1 comentario:

  1. Creo que ayer comprendiste muchas cosas, creo que no volverás a ser el mismo, porque después de eso nadie puede serlo. Un orgullo poder correr contigo, espero que la próxima vez podamos ir juntos de principio a fin. Y muchas gracias, muchísimas gracias de corazón por dejarme marchar y aguantar con Mariu hasta el final. Ayer fuiste un héroe, puedes estar orgulloso de lo que hiciste. Enhorabuena mediomaratoniano!

    Besín!

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